martes, 19 de octubre de 2010

cultura teotihuacana

Cultura Teotihuacana


Teotihuacan 
(náhuatl: Teōtihuácān, 'Lugar donde fueron hechos los dioses; ciudad de los dioses' )?[1] es el nombre dado por los mexicas a los restos de centro urbano antiguo de Mesoamérica anterior a ellos y que alcanzó mayor apogeo durante el periodo Clásico[2] y actualmente una zona arqueológica localizada en el valle del mismo nombre, que forma parte de la Cuenca de México. Dista a unos 45 kilómetros al noreste de la Ciudad de México y forma parte de los municipios de San Juan Teotihuacan y San Martín de las Pirámides, en el noreste del estado de México. Aunque la ciudad llegó a tener una superficie de aproximadamente 21 km2, en la actualidad el conjunto de monumentos arqueológicos que se encuentra abierto a la visita del público representa aproximadamente la décima parte de la ciudad original. Llegó a contar con una población de entre 150 y 200 mil habitantes en su época de mayor esplendor.

Desde el periodo mesoamericano, la ciudad de Teotihuacan fue objeto del interés de los pueblos que sucedieron a los teotihuacanos en Mesoamérica. En el Templo Mayor de México-Tenochtitlan se han descubierto numerosas reliquias de origen teotihuacano, por lo que se ha llegado a la conclusión de que entre los primeros exploradores del yacimiento arqueológico se encuentran los propios mexicas. No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando se restauraron los monumentos más sobresalientes de la ciudad: los basamentos hoy conocidos como Pirámide del Sol y Luna, localizados en las inmediaciones de la Calzada de los Muertos, llamada así por investigadores de principios del siglo XX.

Teotihuacan fue inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Es la zona arqueológica de país con mayor afluencia de turistas, por encima de sitios como Chichén-Itzá y Monte Albán. A pesar de lo que pudiera suponerse dada la gran cantidad de monumentos restaurados del sitio, las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad, de la que, por cierto, se desconocen cuestiones tan importantes como su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores. Se sabe, en cambio, que fue un sitio cosmopolita, por la presencia documentada de grupos originarios de la costa del Golfo o de los Valles Centrales de Oaxaca.
Expansión
Principales sitios asociados a la ciudad de Teotihuacan.

Los historiadores han llegado a la conclusión de que los creadores de esta civilización fue un pueblo del que no se tiene noticia. Están seguros de que no fueron ni los olmecas ni los toltecas. La etnicidad nahua puede descartarse, ya que el final de Teotihuacan coincide aproximadamente con la fecha estimada de la llegada de pueblos nahuas a México. El lingüista Lyle Campbell, especialista en lenguas americanas, estima que la etnicidad más probable para los teotihuacanos es la totonaca,[3] aunque otros autores consideran más probable que etnicidad más probable era la otomí.[4] Se sabe por las excavaciones que lo más antiguo de Teotihuacan es anterior a la cultura tolteca y con un gobierno ejercido por una teocracia.

En los primeros siglos de nuestra era, Teotihuacan pasó a ser un estado que fue ensanchando sus relaciones comerciales y de tributación en gran medida en Mesoamérica, así como su influencia cultural. Durante su edad dorada influyó sobre muchos pueblos vecinos e inspiró otras culturas además de legar conocimientos científicos y culturales a las sociedades posteriores. Por esta razón es muy frecuente encontrar por todo el territorio mexicano rastros y evidencias de esta cultura.

La expansión de Teotihuacan no se logró sólo por las armas, sino por la combinación entre la actividad militar, el comercio y el establecimiento de alianzas políticas. Entre las principales mercaderías monopolizadas por los teotihuacanos estaba la obsidiana, el alabastro y la cerámica Anaranjado Delgado. Cuando la ciudad se hizo grande y poderosa, las casas pasaron a ser edificios de mampostería en lugar de simples chozas. La clase gobernante, la aristocracia, vivía en un barrio rodeado por una muralla, construido en las cercanías de lo que actualmente se llama la Calle de los Muertos (o calzada o vía). Sus palacios estaban ricamente adornados por pinturas murales donde se representaban figuras de animales, deidades y otros personajes relacionados con la religión. El resto de la población vivía en conjuntos habitacionales de tamaño y estructura diversa.

Estas construcciones, de las que se construyeron más de 2000, consistían en apartamentos de una sola planta, intercomunicados, con un patio central con un pequeño adoratorio del dios tutelar de sus habitantes, que llegaron a ser entre 60 y 100 individuos. La cantidad y disposición de los conjuntos varió en función de la clase y posición social de sus habitantes, pero constituyó núcleos habitacionales hoy identificados que contaron con calles de tamaño variable con una extensión promedio de 60 metros por cuadra.
Medio físico

La ciudad prehispánica de Teotihuacan fue construida en un valle surcado por el río San Juan, que desembocaba en el lago de Texcoco, cuya superficie en la actualidad se encuentra sumamente reducida. Este valle está rodeado por la sierra de Patlachique al sur y los cerros Gordo y Malinalco al norte. Posee un desagüe natural hacia el vaso de Texcoco por el suroeste. El valle de Teotihuacan se encuentra a una altitud de entre 2240 y 2350 msnm, es decir, asciende desde una cota similar a la del nivel de la Ciudad de México en el extremo suroeste del valle hasta unos cien metros más, al noreste, cerca de Otumba.

Suele pensarse que la cuenca de México en tiempos antiguos estuvo cubierta de grandes bosques y caracterizada por un clima menos árido que el que es particular de la región en la actualidad. Sin embargo, estudios interdisciplinarios han mostrado que no existen grandes variaciones en el nivel de la humedad en el Anáhuac. Es cierto que la presencia del ser humano en el valle de Teotihuacan, como en otras partes de México, ha modificado de modo importante el paisaje. Por no ir más lejos, la acción humana provocó la desecación casi total del lago de Texcoco y, en tiempos precolombinos, la modificación del río San Juan para adaptar su curso a la traza urbana de Teotihuacan.
La Leyenda

Fue también el padre Sahagún quien recogió de boca de los mexicas la leyenda que habla sobre la creación del Sol y la Luna, los dioses a quienes están dedicadas las dos magníficas pirámides. Dice así:
Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.

Esta leyenda explica así mismo el origen del nombre Teōtihuácān 'lugar donde fueron hechos los dioses' ya que de acuerdo con la leyenda es ahí donde dos dioses, el sol y la luna, empezaron a ser dioses (náhuatl teōti 'ser [un] dios', teōtia 'convertir [a alguien] en [un] dios', teōtihua 'ser transformado en dios').

Según la leyenda, sería en Teotihuacán donde los dioses habrían nacido. En este lugar donde el Sol y la Luna se elevaron hacia el cielo, como testimonian las dos pirámides que les consagraron. No es asombroso que todas las civilizaciones de la meseta mexicana dijeran descender de la civilización de Teotihuacán. El sitio es grandioso y tan imponente que parece realmente haber sido construido por dioses. Pero no sabemos casi nada de los hombres que poblaron esta ciudad en el siglo II de nuestra era. La ciudad contaba con más de 100.000 habitantes en su apogeo. Teotihuacán fue destruida en el siglo VII, sin que se sepan las razones. La ciudad estaba desprovista de fortificaciones y las pinturas descubiertas no presentan ningún rastro de violencia. Sin embargo, Teotihuacán habría influenciado mucho al área mesoamericana. Todas las civilizaciones avanzadas de la región incorporaron el estilo Teotihuacán a su arquitectura, como testimonian las representaciones de Quetzalcoatl, la famosa "serpiente emplumada" que se encuentra prácticamente en todos los sitios arqueológicos de México y Guatemala.


 La Historia del Sol y de la Luna

Tal como está configurada se puede deducir que tuvo un cuidadoso trabajo de planificación. Se aprecian cuatro zonas o ejes principales. De norte a sur se extiende la avenida principal, la calzada de los Muertos. Recientemente se descubrió perpendicular a ella el otro eje, constituido por dos calles que atraviesan la Ciudadela y que no son visibles en la actualidad. Los arqueólogos las han llamado Avenida Este y Avenida Oeste.

La ciudad estaba bien diferenciada en barrios y centro de ceremonial religioso, donde se encontraban los edificios de actividades administrativas y los grandes palacios, además de los templos y grandes pirámides.

Los sacerdotes tenían un papel destacado en lo tocante a la religión y la administración. Los arquitectos y los artistas eran bien considerados y tenían talleres especializados. En cuanto al cuerpo militar, se conoce muy poco; se sabe que no era una sociedad militarista aunque en la época final aparecieron con más frecuencia las representaciones de militares en la pintura mural.

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